Un poc després, li posí que “la cosa, en bona mesura, va en eixe seny”. Aleshores, ell m’afegí: “Pots demanar també per Leonor Ortiz. Dona riquíssima que va fundar un asil, ací, a la vila. Tots els pobres que anaren al soterrar, cobraren el jornal del dia sencer…”. En escriure aquestes frases en aquest estudi l’11 d’octubre del 2020, lo primer que m’eixí fou “Impressionant”. En acabant, plasmarem part de l’escrit que figurava l’11 d’octubre del 2020 en el mur de Facebook “Beata Inés de Benigànim”, amb un escrit extens encapçalat pel títol “Dª ANTONIA MARTINEZ ‘La Millonaria’ y su devoción a la Beata” i redactat per Juan Antonio Boluda, el qual, entre d’altres coses (i amb lleugers retocs), diu així:
“Transcurría la multitudinaria procesión de la Beata Inés que cada 21 de enero congrega a miles de devotos no solo de Benigànim, sino de toda la Comunidad Valenciana. Yo era uno de ellos, este año[1], por motivos de trabajo, acompañaba a los reporteros de un medio de comunicación que habían llegado a Benigànim para hacerse eco de la fiesta, me había comprometido con ellos que los guiaría y les explicaría todo aquello que quisieran saber, pensando que yo lo podría saber todo.
Ni mucho menos, ese mismo día me llevé una sorpresa cuando una vecina de Benigànim, persona a la que yo le tengo mucho afecto, me dice con esa expresión que nos caracteriza ‘¡Que poca vergüenza!, ¿mira que nadie acordarse de esta señora que tanto ha hecho por esta fiesta?’. Nos miramos sorprendidos, como queriendo decir: ‘Esta mujer, ¿qué dice? Si, la Millonaria…’, insistía ella, Dª Antonia Martínez. Me quedé pensativo, ‘Es verdad’, dije yo, si que había oído hablar de la Millonaria, que era una mujer muy devota, que le había tocado la lotería…
Esa persona era la Tia Pepica, conocida como ‘La Muda’, y le prometí que escribiría un artículo para el programa de fiestas del año siguiente y que la recordaríamos. Quedé con ella para que me pusiera un poco en antecedentes y, en una agradable conversación, me contó algunas cosas del personaje”.
Tot seguit, Juan Antonio Boluda afig que, segons ell (i hi estic totalment d’acord), “Pienso que son historias que los mayores deben recordar y los jóvenes debemos conocer”. Per això, addueix que “Allá fui y me puse a preguntar y a recoger información. La verdad es que, cuanto más preguntaba, más interesante y más justo me parecía recordar la vida y la relación de esta personalidad con el pueblo de Benigànim. Me sorprende la popularidad y la admiración con la que todo el mundo al que yo consultaba me hablaba de aquella señora de Valencia que venía a la Beata y que le había tocado la lotería. Coinciden en lo mismo ‘Era una gran persona’ y, a todos, despierta recuerdos entrañables, destacando su generosidad con este pueblo y su Beata.
Lo primero que llega a mis manos de ella es una fotografía, en una de sus innumerables visitas al asilo de ‘Las Hermanitas de los pobres’ de Benigànim, con las monjitas, ante una suculenta paella y rodeada de mucha gente. Veo que es una persona de presencia importante, de constitución grande, solidaria, emprendedora, decidida y, según me cuentan, profundamente creyente[2].
Era el año 1952, la economía española estaba cerca de una fallida técnica, era época de hambre, fue el año que se suprimieron las cartillas de racionamiento, se establece la libertad de precios, comercio y la circulación de productos alimentarios.
(…) Dª Antonia Martínez Segura, viuda del Industrial Gabriel Mari Montañana, era propietaria de una empresa de fogones de petróleo a la calle Azcárraga de Valencia, una esmaltería situada a la calle Torres de la misma capital y un taller de sartenes en Mislata. Esa fue la herencia acogida de su marido, que había fallecido muy joven junto a cinco hijos que llevar adelante: Gabriel, Pepe, Antonio, Vicente y Carmen. Los negocios no pasaban por buenos momentos, a su cargo tenía a setenta operarios que iban a quedarse sin trabajo; luchadora y defensora de los trabajadores, intentó, por todos los medios y con mucho coraje, que eso no fuese así.
Como persona creyente, era asidua a la Catedral de Valencia. Allí visitaba con mucha frecuencia a esa monjita que está en un altar, la Beata Josefa de Santa Inés de Benigànim, de la que era muy devota y a la que le tenía muchísima fe. Pedía fervorosamente por su situación y la de sus empleados.
Recurriendo tentar a la suerte y en uso de su devoción, pidió a la Beateta de Benigànim que les tocara la lotería, un número entero que había comprado para Navidad, y que había repartido entre sus trabajadores a cada uno en proporción al sueldo que tenía, el resto se lo quedó ella. La sorpresa fue tremenda: el gordo de la lotería de Navidad de aquel año fue para ese número. A partir de ahí, comenzó la relación de Dª Antonia Martínez con el pueblo de Benigànim y su Beata Inés.
Días después, vino a Benigànim a dar las gracias a la Beata Inés un autobús con todos sus trabajadores.
(…) El Alcalde de Benigànim era el querido y recordado Don Vicente Boluda Palop, que hizo, con mucha caballerosidad, de perfecto anfitrión ante la comitiva y, a partir de ahí, se estableció un entrañable vínculo de amistad entre la familia de éste y la de Dª Antonia, a la que acompañaba y recibía en todas sus innumerables visitas. Benigànim era un pueblo de labradores que, poco a poco, iba creciendo gracias a las industrias del vidrio, madera, alpargatas y el textil. Pequeño, alegre y festero, en aquellos tiempos, en el mes de enero, se celebraba de manera esplendorosa la fiesta de San Antonio Abad, era una de los festejos más grandes. A la fiesta en honor a la Beata Inés, se hacía el solemne novenario al que cada año acudían a predicar oradores de mucha solera como Don Enrique Albiol, Don Juan Benavent, el Padre Salvador…. y el día 21 de enero se hacía pasacalle con ‘trons’, Misa Comunión y la Misa Mayor, más que nada, para los devotos que venían de fuera.
(…) Dª Antonia Martínez, con su bondad, sentía que tenía mucho que agradecer a la Beata Inés y, no solo a ella, sino a todo el que le rodeaba como su pueblo Benigànim, y así lo hacía adquiriendo compromisos con la parroquia, las Monjas Agustinas Descalzas y los más necesitados, convirtiéndose en una auténtica embajadora. La gente recuerda cuando venía siempre rodeada de personalidades, sobre todo, a la procesión.
La imagen y las andas que actualmente recorren las calles de Benigànim de la Beata con el Ángel obra del escultor Don Carmelo Vicent y a la que todos veneramos, fue una donación de Dª Antonia Martínez.
(…) Que la imagen pertenecería a todo lo pueblo y sería conservada por el Excelentísimo Ayuntamiento de Benigànim. La donante se guardaba el derecho a que la imagen pudiere pasar a ser propiedad de la hermandad Inesina.
(…) Aunque no he tenido la oportunidad de consultar algún documento que lo acredita, me dicen y me lo confirman las Religiosas del Convento de las Agustinas Descalzas que también la imagen de la Purísima Concepción que preside el altar mayor de la iglesia de la Beata, fue también una donación de Dª Antonia Martínezy que las pendientes de brillantes que llevaba la Purísima eran de una cuñada que vivía en Bellús y que murió de una larga enfermedad. Mucha gente del pueblo recuerda cuando, desde un balcón de la casa de la familia Mataix situada a la Plaza de la Beata, en un baño de multitud, junto al Alcalde D. Vicente Boluda, se leyó el acta de donación de la imagen. También donó una campana”.
Agraesc la col·laboració dels qui participen en l’estudi sobre el matriarcalisme i el fan més fàcil, als molt oberts i de bon cor i als qui em fan costat dia rere dia.
Notes: [1] Aquesta entrada de Facebook és del 9 de març del 2017.
[2] El remarcat és meu i, ho faig, entre d’altres coses, per a veure que coincideix amb unes línies que escriu Manuel Sanchis Guarner (en el llibre “La llengua dels valencians”), quan comenta que, en el segle XVIII, la gran majoria dels valencians eren molt religiosos com també quan, un amic meu, autor del llibret “’La Abuela Damiana’. Vivències que perduren”, escriu que l’àvia Damiana, matriarca de la cultura colla en el nord de Xile, és ”una dona minera, del Poble dels Colla, natural de l’altiplà andí, de costums i vida propis, d’organització matriarcal i molt religiós” (p. 3) i que, “Per al poble colla, la matriarca és l’autoritat, tant civil com religiosa i, fins i tot, la judicial” (p. 4).
Un fet semblant el trobem en el llibre “Cuentos valencianos”, de Vicente Blasco Ibáñez, quan, en el relat “La cencerrada”, diu que “Marieta (…) se metió en el estudio siguiendo a su marido.
Ahora se fijaba en aquella habitación, la mejor de las casas, con su sillería de Vitoria, las paredes cubiertas de cromos religiosos con apagadas lamparillas al frente (…)
Sobre la ventruda cómoda (…) elevábase una enorme urna llena de santos” (p. 54).